Flores

16.05.2015 10:55

 Solía cuidar las flores a diario. Su pequeño jardín, hecho de mimo y tiento, acogía con gratitud el tiempo dedicado, y la sorprendía a menudo con pequeños brotes y capullos. Rosas bicolores, flores de cera con néctar fragante, gardenias con un aroma penetrante la recibían al entrar al pequeño invernadero. A menudo salía a caminar por el campo, y se dejaba embelesar por los momentos en que abejas y abejorros acariciaban con las patas los estambres, y casi era capaz de sentir el placer que la flor experimentaba, a ratos con el viento de mayo meciéndola lado a lado. Sólo allí, cerca de la tierra, sentía la paz y la fuerza de la naturaleza, con su silencio interior llenándolo todo. Y era en ese momento cuando sentía un amor muy profundo, quedo y dulce, que lo llenaba todo, y que la hacía confiar y la vinculaba más aún con su ser esencial. Temblor y abrazo fundidos dos en uno. El sol de primavera que lo hacía crecer todo también trabajaba en su interior, llenándola de luz invisible, permitiéndole unirse con todo en un presente perpetuo.

Contacto

Internamente esolbab@gmail.com