Amores ideales

09.02.2015 22:16

Amar de lejos. Sin contacto, sin expresión hacia el otro. Sin riesgo emocional. Sin miedo al rechazo. Sin poner la carne en el asador, ni la carne, ni nada. Sin temperatura.

 

Cuántos de nosotros hemos deseado de lejos? Ese compañero del curso siguiente, esa persona del Facebook que no conocemos..nos hacemos nuestra composición de lugar, le atribuimos esta u otra cualidad, nos parece guapísim@, tiene pinta de ser buen tipo, seguro que le gustan los niños, en sus fotos siempre aparece divertido y sonriente. Tiene más de 200 amigos, será muy sociable. Con mis mismas aficiones. Seguro que hablaríamos de mil cosas comunes…

 

Desde nuestro rincón seguro, divagamos. Comodamente, sin pasar inseguridades ni altibajos. Siempre es primavera aquí. No hay rutina ni desamor. No hay desilusión, porque no hay paso al frente. No tenemos que ver lo malo, todo es bueno en su barqueta refrigerada. Y ojo, sí hay ilusión, pero de la que no sale de su sofá para encontrarse con el pack completo.

 

Amar de cerca. Tocando las manos del otro, expresando nuestros anhelos. Con riesgo a ser rechazado, a sentir todo lo bueno del otro, y todo lo malo. Compartir la carne, la ensalada, compartir todo. Puede subir la temperatura, a veces incluso sin tocar.

Desde la incertidumbre, tememos. Con incomodidad, sintiéndonos vulnerables y pasando inviernos y primaveras. Dejando entrar la rutina y abrazándola incluso, dando gracias mil veces por esa ropa desordenada del otro. Con ilusión, con proyectos comunes, algunos se cumplirán y otros no. Tenemos que ver las cosas feas del otro, y las nuestras a un tiempo. Enfados, riñas, olvidos, todo cabe en este saco zurcido que es la vida compartida.

Así pues, a mirarse. Por dentro, con lo que amamos. Veámonos enteros. Porque aunque los sentimientos son sagrados,  no querer sentir lo malo nos acartona la piel y nos distancia de la esencia de la vida. De lo bueno también. 

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